San Cristóbal. Tras una vida de éxitos en el terreno de juego y turbulenta fuera de él, Pascual (Cutá) Pérez terminó ayer asesinado a manos de supuestos delincuentes que penetraron a su residencia en Nigua.Tras la noticia, peloteros, comunitarios, amigos y allegados se presentaron a la escena para ver lo ocurrido y brindar su apoyo a la familia Pérez. Algunos se mostraron consternado por la situación, que según explican es el reflejo de la inseguridad que diariamente tienen que enfrentar.
Siempre con un temple fuerte, sus hermanos, también peloteros, sostuvieron que los agresores de su pariente parece que fueron en busca de unos RD$10 mil pesos que le habían entregado como ayuda en el ayuntamiento y/o posiblemente manejaban la información de que en estos días recibiría la pensión ascendente a unos cuatro mil dólares que recibe de las Mayores de 1980-1991 cuando militó con los Piratas de Pittsburgh, Bravos de Atlanta, Expos de Montreal y Yankees de Nueva York, mientras que en la pelota invernal accionó con las Águilas Cibaeñas y los Tigres del Licey. El lugar se inquieta con los llantos de Maritza Montero, quien presintió que algo raro sucedía, cuando, como de costumbre, al llegar a la residencia de su expareja en horas de la mañana encontró las puertas abiertas.
“Yo lo encontré en su cama, él estaba tendido…”, el dolor no le permite coordinar las palabras, empieza a llorar y prosigue narrando. “No había nada roto, la puerta estaba abierta, y yo le dije, cómo tú abres las puertas y te quedas dormido. Cuando lo muevo, lo llamo, lo llamo y lo llamo… le haló la sábana…y está empapada de sangre…Yo no toqué nada solo a él. La ventana también la encontré abierta y eso no era normal…”, termina diciendo nerviosa, mientras su hijo la consuela y la escolta fuera del lugar. Montero pasaba parte del día en la casa de Cutá, lo cuidaba, y se iba por las noches, justo ayer lo dejó solo mirando el juego de béisbol.
La modesta habitación donde estaba el cuerpo sin vida de la víctima, lucía desordenada, las sabanas revueltas, los zapatos a un lado, y las gavetas fuera de lugar, lo que denota que quienes estuvieron allí requisaron todo.
Tras largas horas de espera, la médico legista que inspeccionó el cadáver, Bélgica Nivar, dijo que Cutá tenía “una herida traumática en la región del cráneo, fronto temporolateral izquierda.
“Son heridas traumáticas donde encontramos evidencia de un arma blanca con un arma contusa”. La especialista habló alrededor de las 12:00 p.m. de ayer e indicó que Pérez tenía de ocho a diez horas muerto. En la escena del crimen se encontró un arma blanca, y un martillo.
Una tragedia familiar
Mélido Pérez jamás pensó que acabándose de levantar la primera noticia que recibiría era la muerte de su hermano. “Lo que está pasando en este país es tremendo, nadie está seguro en este país, es horrible lo que está pasando”, manifestó.
El también exjugador de las Águilas Cibaeñas tenía problemas de salud. Tenía que dializarse tres días a la semana, justo ayer había programado el proceso. Sus dificultades jamás pudieron opacar su alegría y el estilo único que lo llevó a ganarse el corazón de miles de fanáticos y de los miembros de su comunidad.
“A veces tú vives dentro de los ladrones, estás conviviendo con los delincuentes”, dijo Valerio Pérez otro de sus hermanos. De su lado, Carlos Pérez pidió a las autoridades ponerle frente a la situación, tras narrar que hace unos días intentaron asaltarlo, tuvo la oportunidad de disparar y no lo hizo, pero…” no se puede tener compasión con la delincuencia. A los delincuentes hay que eliminarlos”. No descartó que a su hermano lo asesinara una persona conocida, que le estuviera dando seguimiento y lo vieron como una presa fácil.
Quería presenciar un partido del Licey
Vladimir Pérez, también exlanzador, jamás imaginó que una de las últimas cosas que le diría su hermano sería: “voy a ver el juego del Licey porque están perdiendo muchos partidos, yo voy a ver el juego del Licey, pa´ ver qué es lo que está pasando. Yo quiero que el Licey gane un juego”.
Ayer, previo al inicio del partido, las banderas de las Águilas Cibaeñas y los Tigres del Licey estuvieron a media asta. Asimismo, hubo un minuto de recordación a su persona y la música que usualmente se coloca en el estadio no fue escuchada por los parroquianos que estuvieron presentes en el estadio.